En mis años como profesional de la nutrición, antes de conocer el mundo de la microbiota, me cansé de ver pacientes que ya no sabían "para dónde disparar" con su malestar general; con sus problemas digestivos; con su sensación de "incomodidad" con su cuerpo y con síntomas abdominales constantes. Pacientes con gastritis crónicas o "síndromes de inestino irritable" que se volvían a su casa con una caja de medicamentos para tratar los síntomas, pero que más allá del diagnóstico o de esa "solución momentánea", no sabían qué hacer.

Me cansé de encontrarme personas que ya no entendían el origen de sus malestares y que siempre recibían el mismo consejo: "debes bajar los niveles de estrés".

La realidad es que en este último consejo, muy equivocados no estaban mis queridos colegas, pero... lo difícil es saber cómo lograrlo en un mundo que siempre te pide más, que te bombardea con cosas que "necesitas" si o si, que te invita a "vivir a las corridas" de evento en evento, llevando a tus hijos de acá para allá, ofreciéndiote comida rápida para cubrir la necesidad de comer de una forma práctica y sencilla, llevándote a consumir "soluciones inmediatas" para los dolores de cabeza, los premenstruales o las contracturas.... sin dejarte tiempo para pensar siquiera el real origen del dolor o, en este caso, de la infección.

Hace ya unos años me di cuenta que algo no estaba bien... que recomendarle a mis pacientes pan como "alimento noble", galletitas comerciales "sin azúcar" o con baja cantidad, sólo para ayudarlos a hacerle la vida tan atareada que llevaban, un poco más sencilla, no era la solución...

Todos en algún momento pensamos que si esos "alimentos" están en las góndolas de supermercados, tan malos no pueden ser... ("nos estarían haciendo un daño a todos los que lo consumimos", piensa nuestra mente... sin querer aceptar que eso podría ser posible sin remordimiento alguno en quien lo produce o vende)...

Hasta que introduje mis primeros estudios en Psico Neuro Inmunología Clínica, y luego mi primer posgrado en Microbiota, y luego mi especialización en Microbiota y enfermedades intestinales... y casi no conforme con eso, decidí hacer la Mestría en Microbiota Humana... y aún entendiendo que todavía podía aprender más, intensifiqué mis estudios en microbiota y disbiosis vaginales, y luego comprendí que era necesario complementar todo lo que sabía de desequilibrios en microbiota, con fitoterapia para ayudar a curar estas alteraciones...

POR LO QUE HOY PUEDO DECIRTE QUE SÍ, LA MAYORÍA DE LO QUE ENCONTRÁS EN LAS GÓNDOLAS DE SUPERMERCADO, HACE DAÑO!

No nos alimenta, no nos nutre (no nutre a nuestra microbiota - esos bichitos que forman parte y regulan cada espacio de nuestro cuerpo, y de los cuales podemos hablar días enteros, pero no en esta ocasión-); por el contrario, son los generadores de la mayoría de nuestros malestares, ya que van en contra de toda la naturaleza que nos compone...

Es un placer para mí cuando mis pacientes me dicen "Voy al súper y no tengo nada que comprar!". "Ieheeiii" dice mi corazón! y salta de alegría por saber que alguien más comprendió el verdadero significado de ALIMENTARSE!